Toda pasión tiene su génesis; un momento en la vida, normalmente casual, en que empieza una relación de impulso y verdadera atracción hacia algo o alguien.
Lo sé. Me ocurrió con los cómics, con un cómic concretamente:
El general "Cabellos rubios", una aventura del Teniente Blueberry.
Tendría yo 7 años y el celoso propietario de ese cómic era mi hermano y no me lo dejaba. "Lo vas a estropear" y "eres demasiado pequeño para leerlo" eran sus razones para privarme de el. El caso es que aún sin poder ver su interior la ilustración de la portada me llamaba a gritos. Allí estaba un general del ejército de los Estados Unidos a lomos de su caballo, envuelto en una nebulosa carmesí con una sospechosa lanza India clavada en el suelo delante de sus narices. Y es que en dicha portada estaban muchos de los referentes de las películas del oeste que disfrutaba viendo en familia y siempre junto a mi padre. Para que decir que finalmente y de manera furtiva un día pude ojear ese "cuento". Más allá de mi nivel de comprensión lectora lo que me dejó atónito fueron los dibujos, un cielo de dibujos que te ponían en situación sin apenas tener que leer. Lo transmitían todo.
Caí en la cuenta que en casa de la abuela también habían más de esos cuentos. No, no eran de vaqueros pero quizá también tendrían ese tipo de dibujo que me llevarían a vivir vete a saber que aventuras. Si, allí estaba Shang-Chi y las hijas del Dragón repartiendo estopa, un Conan huyendo de una prisión de pesadilla y un tal Star-Lord buscando justicia en galaxias remotas. Alucinante.
También unos llamados los Vengadores y Patrulla-X que no me gustaron tanto. Los dibujos eran de lujo, hablamos de Pérez y Byrne, pero esos tíos con trajes raros....no se, parecían de chiste, no me parecían tan reales o creíbles como los otros aunque más adelante y con el tiempo también supe apreciarlos.
Continuará